viernes, 2 de abril de 2010

PARA QUE SIRVE LA UCO

Pasarse unos años en la Universidad sirve para algo, principalmente para obtener un título que garantice el ejercicio de una determinada profesión. De hecho, la Universidad lleva sirviendo para algo desde el siglo XII, pues la formación en una carrera profesional es un propium de la primigenia idea de Universidad. Pero eso sí, existen diversas maneras de hacer frente a éste uso de la universidad. Unas se instalan en el terreno de la comodidad y el aburrimiento, y otras en el del esfuerzo y la dedicación.

A día de hoy, es bien sabido que se puede obtener un título universitario con demasiada facilidad, con más horas de bar que de clase, con más fotocopias ajenas que con apuntes propios, con más memorización que comprensión, con más visitas al google que a la biblioteca. En este caso, que es realmente cómodo y absolutamente aburrido, se confunde la universidad con una carrera de obstáculos.

También hay formas de utilizar la universidad que están bañadas de esfuerzo y dedicación, de inquietud y alegría. Sólo los que se embarcan en este uso, saben que la Universidad es el descubrimiento de algo nuevo cada día que pasa. Unos, los estrategas, han utilizado la universidad para obtener un título, otros, los buscadores de la verdad que llamó Heidegger, se la han hecho suya y la utilizarán de por vida.

Pasarse unos años en la Universidad también sirve para nada, por lo menos para nada con lo que obtener un sueldo a fin de mes. Me refiero a vivir la Universidad, que aunque no parezca útil es tremendamente beneficioso porque condiciona la vida que viene después. También aquí hay diversos caminos que se pueden transitar.

Efectivamente, hay estudiantes, y por qué no decirlo también profesores, que optan por el camino de la buena vida. La Universidad se convierte en una excusa ideal para aparecer de tanto en cuanto, para el chascarrillo y la broma barata, para encadenar una fiesta detrás de otra, y si encima cae un viaje en el que poder pasarse una semana en un hotel de pulserita con todo pagado, pues mejor que mejor. A éstos les importa bien poco llegar media hora más tarde a clase, subrayar los libros que no son suyos, entrar sin permiso en los despachos de sus profesores y opinar antes de conocer la verdad.

Otros, en cambio, saben que la universidad que aparentemente no sirve para nada, sirve para mucho. Saben que en la Universidad podrán conseguir un título, sí, pero también saben que se les ofrece una oportunidad de oro para aprender a ser personas que tienen estudios universitarios. Saben que la Universidad es un lugar privilegiado para hacerse con aquellos hábitos éticos que les van a permitir saber estar a la altura de los tiempos, tanto en la profesión como en la vida personal. El estudiante que practica el hábito de la puntualidad se dará cuenta de la importancia que tiene respetar al otro, si practica el hábito del silencio comprenderá lo provechoso que resulta pensar de vez en cuando, si sabe estar en la biblioteca admirará el legado de otros, degustará el sentido de lo comunitario, y ni por asomo se le ocurrirá embadurnar los libros con fluorescente, si practica el hábito de la escucha verá como se reduce el número de veces que mete la pata porque aprenderá que antes de opinar uno debe conocer, si trabaja con compañeros, que es diferente a repartirse el trabajo, saboreará el valor de la amistad, de esa que va más allá de los años universitarios. En definitiva, sabrá que de poco sirve tener un título si no se dan muestras de haber vivido la universidad.

No deja de ser curioso que los empleadores prefieran, cada vez más, que sus nuevos empleados tengan adquirido este uso de la Universidad, que quieran trabajadores que hayan vivido en ella y no a su costa. Al fin y al cabo, da gusto trabajar con profesionales que demuestran altura ética en su profesión y buenas maneras en su quehacer diario. Un año más empieza la Universidad, hagamos un buen uso de ella.

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